https://biblio.ugent.be/publication/2956745
En la advertencia "Al lector" con que se abre el primer libro de los Ensayos, declara Montaigne: "He aquí un libro de buena fe, lector" (“C’est icy un livre de bonne foy, lecteur”).[1] Estas palabras, que he recorrido ya innumerables veces, me llamaron renovadamente la atención. Tal vez porque mi propia situación vital, en un entorno particularmente sacudido por acontecimientos a merced de las más variadas, contrarias y hasta contradictorias interpretaciones y en el cual se hacía fundamental recuperar la posibilidad de diálogo y escucha, me hizo reflexionar en torno a la posibilidad de existencia de un principio moral fuera de discusión que guíe nuestras propias acciones en relación con los demás, hasta encontrar un espacio que permita restablecer las condiciones del diálogo, un diálogo sin dobleces, en que no haya desconfianza de las partes y que asegure una escucha fiel.  Mi preocupación por el tema de la buena fe y su vínculo con el ensayo creció hasta adquirir proporciones fundamentales en mi propia indagación.

    [1]Esta advertencia está fechada el 1º de marzo de 1580, aun cuando, algunos ejemplares de la edición de 1595 mencionen sin fundamento el 12 de junio de 1588. Véase Michel de Montaigne, Oeuvres complètes, textos establecidos por Albert Thibaudet y Maurice Rat, introducción y notas de Maurice Rat, París, Gallimard, 1962 (Bibliothèque de la Pléiade, 14). En adelante cito conforme la edición y traducción al español de los Ensayos realizadas por Dolores Picazo y Almudena Montejo, Cátedra, Madrid, 1985, 3 vols. Sigo en general esta traducción, aunque con algunas modificaciones, particularmente para el caso de esta primera declaración, que las traductoras vierten como “Es éste un libro de buena fe, lector”, y he preferido traducir como “He aquí un libro de buena fe, lector”.